seguridad laboral 159

30 Junio 2018 PRL EN parques eolicos Más información: [email protected] Me dirijo a ti, amigo accidente laboral , para declararte mi amor y mi más sincero reconocimiento por tu oscura labor. Sí, ¡no mi- res hacia otro lado sorprendido! Me dirijo a ti, que te has con- vertido en una palabra maldita en cualquier empresa. Con algo de empatía, comprendo que te puedas sentir apesadumbrado por la forma de arrinconarte como a un vulgar apestado. ¿A qué viene esta diatriba?, te preguntarás… Haciendo un poco de me- moria, recuerdo que todo empezó con la aprobación de la Ley de PRL, funesta para ti, ya que supuso el comienzo de tu fin. ¿Quién nos iba a decir hace treinta años cuando nació la ley que gracias a ella reducirías tu presencia en nuestros centros de tra- bajo? Sin embargo, es cierto, que, a pesar de los esfuerzos, aún no hemos conseguido acabar con tus fatídicas visitas. Ya decían los clásicos que nadie ama al mensajero que trae malas noticias, y por desgracia todos tendemos a pensar que siempre eres portador de ellas. Es por lo que todos te rehú- yen, luchan contra ti, tratan de ignorarte, e incluso, lo que es más grave, algunos pretenden ocultarte. Yo, por el contrario, y a riesgo de que algunos, como diría George Brassens, me seña- len con el dedo, grito a los cuatro vientos: “yo sí te amo, amigo accidente laboral”. Debes comprender, amigo accidente laboral, que eres ese chivato que cae mal a todo el mundo. Creo que la mala fama que arrastras como chivato se nos grabó en el subconsciente durante nuestra infancia en el patio del colegio. Allí lo natural era que los más espabilados hicieran trastadas que no debían, pero su obra no terminaba si no podían ocultarla a ojos de los profesores, y era entonces cuando se granjeaban la admiración del resto de niños del patio. El orden natural era, y sigue sien- do, el niño oculta y el profesor descubre. Por eso el niño chiva- to, informando inocentemente a los profesores de lo que pasa- ba, nunca fue bien visto. Y sí, amigo accidente laboral, hace más de 30 años nació la Ley de PRL y pasaste a ser para todos nosotros ese chivato que siempre venía a decir que algo no estábamos haciendo bien, que algo fallaba en nuestros sistemas de gestión de la PRL. Has venido siendo ese niño repelente al que no queríamos invitar a nuestro cumpleaños, o al que rehuíamos como compañero de pupitre. ¿Quién quiere ser amigo de un chivato? Y entre todos decidimos que debías dejar de existir, que debías desaparecer, que debías ser cero. Con el desarrollo de la Ley de PRL se fijó a sangre y fuego en la industria que el objetivo y la misión era tener “cero acci- dentes” . Se comenzó a dotar de medios, a generar sistemas de gestión, formación y múltiples herramientas que, más de treinta años después, siguen dando como resultado un escenario en el que cada vez que apareces, por suerte con bas- tante menos frecuencia que antes, nos sigues pa- reciendo ese repelente niño chivato que altera el orden natural. ¿Con todo lo que hacemos y he- mos invertido, cómo podemos tener un acciden- te? Y da igual qué tipo de accidente. Es más, en ocasiones, aun disponiendo de todos los medios, de toda la formación y cumpliendo todas las re- glas, sigues apareciendo, amigo accidente laboral. Pero muchos no te escuchan, no quieren oír lo que el chivato viene a decirnos, sólo se centran en el número, que obviamente les ha alejado de su objetivo cero. Y sí, amigo accidente laboral, quien maneja el objetivo “cero accidentes” se pregunta cómo con su asentado sistema formal de gestión de PRL no Yo sí te amo, accidente laboral Jorge Magán Managing Director-Ingeteam Power Technology S.A. Vicepresidente de AEMER (Asociación Empresas de Mantenimiento de Energías Renovables) Con el desarrollo de la Ley de PRL se fijó a sangre y fuego en la industria que el objetivo y la misión era tener “cero accidentes”

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