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23 Agosto 2015 prl en la industria quimica Además, la norma CEN y otras clasificaciones prestan poca atención –cuando prestan alguna–, a la ergonomía y no sumi- nistran a los compradores o especificadores de EPI ninguna in- dicación sobre el nivel de confort de un equipo para el usuario. La prevención es clave Se debe recordar siempre que un EPI solo protege al usuario en particular, que no ataca a la causa de exposición al riesgo. Es importante tratar exhaustivamente todas las posibilidades de eliminar el riesgo antes de considerar otras formas de limi- tar la exposición del operario. La siguiente “clasificación de con- trol de riesgos” puede utilizarse como una guía básica para las buenas prácticas: Eliminar. Acabar con el riesgo si es posible. Sustituir. Encontrar un sustituto más seguro. Por ejemplo, un producto químico menos tóxico o un método de trabajo di- ferente. Salvaguardar. Instalar soluciones técnicas que protejan al tra- bajador (por ejemplo, ventilación mecánica, protección en la maquinaria, controles remotos, etc). Prevenir y formar. Llevar a cabo la formación del trabajador e instalar sistemas de prevención y alarma adecuados. ¿De quién es la responsabilidad? Es responsabilidad de la empresa diseñar puestos y planificar métodos de trabajo que sean seguros y reevaluar los puestos y procedimientos como respuesta cuando cambian las condicio- nes, como puede ser la ocurrencia de nuevos riesgos. No obs- tante, las responsabilidades no terminan con el empresario. Los empleados deben ser formados y educados para que acepten la responsabilidad de identificar las situaciones de riesgo y para que tomen las precauciones de seguridad necesarias: esto inclu- ye la responsabilidad de utilizar los EPI suministrados de forma correcta y ser conscientes de su uso, sus limitaciones, su vida útil y su desechado correcto. vean sometidos a riesgos innecesarios y se produzcan fallos debido a que resulten da- ñados, al mal mantenimiento o al uso equi- vocado. Esto hace que la selección del equipo de protección química sea una tarea compleja. La especificación incorrecta de ropa de pro- tección puede poner en peligro al personal o, cuando menos, afectar negativamente a su productividad. Para complicar aún más las cosas, algunos de los riesgos que pre- sentan determinados productos químicos no son necesariamente percibidos de inme- diato. Las consecuencias de la exposición a determinados químicos pueden manifestar- se varios años después, mucho después del momento en que se encuentran. Por ello, debe ponerse mucho cuidado en la especi- ficación de la ropa de protección adecuada frente a riesgos co- nocidos o previstos. El uso del EPI (a menos que sea obligato- rio) debe ser determinado por la evaluación de riesgos de la ac- tividad o entorno determinado y debe incluir conceder la con- sideración debida al asunto esencial del confort del usuario. Los EPI que son difíciles de poner o quitar, incómodos de llevar, que limitan los movimientos o que restringen indebidamente las ac- tividades laborales, chocarán con la resistencia del usuario. Se- leccionar un EPI aceptable para el usuario puede ser tan impor- tante o, incluso más difícil, que seleccionar la especificación téc- nica apropiada. Clasificaciones de EPI. Ventajas y limitaciones Quienes especifiquen ropa de protección deben ser conscien- tes de las limitaciones de las normas técnicas existentes. Por ejemplo, el marcado europeo CE significa que la ropa de pro- tección química cumple unos requisitos mínimos determinados y que cumple con una de las seis clasificaciones CEN o “Tipos” de prendas. Sin embargo, el amplio abanico de prestaciones de los distintos Tipos de prestaciones significa que dos trajes de protección del mismo “Tipo” pueden ofrecer niveles de protec- ción muy distintos. Del mismo modo, las clases EN de penetración, que dan indi- cación de la resistencia a la permeación a lo largo del tiempo, se miden en condiciones de laboratorio y sólo pueden dar indica- ción de prestaciones en la práctica. Siempre debe reconocerse que el nivel teórico de protección que se suministra en circuns- tancias controladas puede variar significativamente de la protec- ción que se consigue en condiciones reales de uso y que cada exposición a un riesgo, cada actividad laboral y cada entorno de riesgo son diferentes (por ejemplo, distintas configuraciones de lugares de trabajo, planta o equipamiento, actividades labora- les, prácticas de trabajo o factores individuales). Por estas razo- nes, es esencial el consejo de un profesional cuando se evalúe y se seleccionen trajes de protección para entornos peligrosos.

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