Harold Pereira Camacho
Harold Pereira Camacho Coordinador de Responsabilidad Integral Ajover-Darnel

Prevención de riesgos laborales: el compromiso es de todos

Prevención de riesgos laborales.

“Hacer que las cosas sean más fáciles”: esta ha sido una frase especialmente atribuida a la tecnología. Sin embargo, también es admisible a la prevención de riesgos laborales teniendo en cuenta que con ella se pretenden generar ambientes de bienestar para hacer de las actividades o tareas de los trabajadores “una cosa más fácil”.

En cualquier rama o especialidad en materia de prevención, siempre se estará pensando en mejorar o hacer las cosas más fáciles en pro de que no se generen lesiones en los trabajadores.

Ello se podría constatar al detenernos en el propósito de cada rama o especialidad, así:

  • La Ergonomía conduce a mejorar el trabajo a través de su adaptación hacia el trabajador (sillas confortables, movimientos o posturas adecuadas, menor esfuerzo en partes del cuerpo, entre otras)
  • La Higiene del Trabajo, conduce a mejorar los factores ambientales y/o aquellas condiciones físicas, químicas o biológicas presentes en las actividades que realiza el trabajador (sustitución o cambio de materiales, mejoras en niveles de iluminación, confort en la temperatura, ambiente sonoro agradable, uso apropiado de elementos de protección individual, entre otros).
  • La Seguridad en el Trabajo, conduce hacia la mejora de las actividades inherentes a los procesos, operaciones o actividades laborales (señalizar para advertir, verificar para corregir condiciones a través de inspecciones, uso de equipos para el control de emergencias, entre otros).
  • La Medicina del Trabajo, por su parte, conduce a establecer sistemas o programas de vigilancia por medio del cual se hace seguimiento del estado de salud del trabajador para que este permanezca sano en el tiempo (detección temprana de enfermedades a través del seguimiento de exámenes de ingreso, periódicos y de retiro, campañas de prevención de enfermedades, reubicación del trabajador frente a tareas que le pudiesen afectar, seguimiento de ausencias, entre otros).

Viéndole entonces de tal manera, el papel que juega la prevención de riesgos laborales estará siempre asociado a la búsqueda permanente de dos cosas: mejorar el trabajo y, por ende, el bienestar físico y mental del trabajador.

Prevención de riesgos laborales.

Pero, ¿qué papel juega el prevencionista en todo ello? Para muchos sería rápido resolver el interrogante basándose en la responsabilidad directa y total que este tiene para con ese bienestar que requiere el trabajador. Es decir, resultaría factible responder aduciendo que su papel es el de prevenir que aquellas lesiones florezcan y es quién en últimas tendría la responsabilidad de mejorar esa relación existente entre el trabajo y el trabajador.

¿Qué tan cierto es lo anterior expresado? ¿Es el prevencionista responsable de todo ello?

Existe una concepción, muy común, de ver al prevencionista como aquel “salvador” capaz de cuidar de forma omnipresente a todos y cada uno de los trabajadores frente a cualquier peligro inminente, un prevencionista policivo frente al uso adecuado de los elementos de protección individual o maternal frente al cuidado de cualquier comportamiento riesgoso. Sin embargo, tal pensamiento desaparece en cuanto ocurre una lesión en un turno nocturno o en horas de la madrugada en los que la “omnipresencia” acaba, en cuanto un trabajador retira sus gafas de seguridad mientras aquel “policía” da la espalda o cuando se corre por las escaleras de la oficina mientras “mamá” no se encuentra atenta.

El papel que juega la prevención de riesgos laborales estará siempre asociado a la búsqueda permanente de dos cosas: mejorar el trabajo y, por ende, el bienestar físico y mental del trabajador.

Es claro, como se indicó al inicio, que como prevencionista se juega un papel importante en la mejora de bienestar físico y mental de los trabajadores. Sin embargo, ello deberá estar siempre acompañado de una cultura hacia el autocuidado que permita que la “omnipresencia”, el “policía” o “mamá” no sean necesarios y que el compromiso por el bienestar (que es de cada uno, al fin y al cabo) sea de todos.

El prevencionista, entonces, antes de ser visto como un “salvador” debería ser considerado un facilitador –utilizando el término en sentido de su origen etimológico, el cual se encuentra en el latín, del vocablo facilis que traduce “fácil” y que emana del verbo facere sinónimo de “hacer”– es decir, aquel que facilita las cosas en el trabajo, agregando a ello que la efectividad en el resultado de la ecuación para obtener bienestar se dará si los trabajadores se encuentran comprometidos con su autocuidado, puesto que el compromiso no es solo del facilitador sino que el compromiso es de todos.