Los accidentes en jornada de trabajo con bajas producidas por lesiones en las extremidades superiores suponen alrededor del 30% de los accidentes totales en jornada de trabajo con baja, porcentaje que curiosamente se mantiene bastante estable a lo largo de los años.
Para que el EPI proteja adecuadamente, debemos asegurarnos que cumple con los requisitos de seguridad y salud del Real Decreto 1407/1992 y usarlo según el Real Decreto 773/1997.
Fundamentos para la selección de EPI
Para la selección de EPI existen una serie de pasos elementales que comienzan con la recopilación de toda la información relacionada con la tarea a realizar con el fin de conocer exactamente los riesgos que amenazan la salud y seguridad del trabajador, sus vías de entrada, la magnitud de dichos riesgos, y sin olvidar las condiciones en las que se realizará la tarea.
Tras ello, debemos evaluar el nivel de protección que deberá exigírsele al EPI y buscar una solución que se adapte a las condiciones de la tarea y a las particularidades del trabajador. Una vez hecho esto, tendremos que determinar el tipo de EPI que se adecuará a los requisitos que hemos definido, y deberemos buscarlos en el mercado.
La experiencia muestra que en ocasiones uno de los primeros obstáculos con los que se enfrenta la persona que debe prescribir el EPI es que desconoce la normativa aplicable al equipo cuyas características ya ha predefinido a partir de los datos que tiene.
Principales normas armonizadas aplicables a protección de manos y brazos
Por ello, en este artículo pretendemos dar una rapidísima guía en la que se relacionan las principales normas armonizadas aplicadas a distintos tipos de protectores de manos y brazos, junto con los riesgos de tipo genérico que estos EPI cubren.
Esta relación, que podemos ver en la Tabla 1, pretende ser una guía de uso rápido y no un estudio detallado y exhaustivo.
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