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Mónica Fernández HSE Coordinator Testing And Subsea Halliburton Latin America

Energía limpia: ¿realidad o mito?

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Hace poco, sostuve una conversación interesante con algunos miembros espectacularmente curiosos de mi equipo de trabajo y dentro de ellos uno en especial que afirmaba la siguiente fase que sin saber armaría una polémica en solo unos instantes: “¡Las energías limpias no existen!”.

Y verán, este es el punto de partida de mi narración.

En primera instancia, es absolutamente necesario, y además coherente en esta instancia, comprender un poco el contexto sobre el cual se desarrolla la conversación. Los integrantes del grupo éramos en su totalidad petroleros: ingenieros y operadores que en algún momento hemos ido a campo y sentido de primera mano ese calor que solo da un pozo de petróleo y ese olor característico del crudo, por lo que divisar algo que no sea impulsado por combustible fósil, no es una visión tan fácil de asimilar para esta conversación, y aun así fue nuestro tema central.

De repente inicia uno de ellos indicando:

–“La energía solar, por ejemplo: se obtiene del sol sí, pero ¿dónde se almacena?”

–Alguien respondió indicando: “En baterías”, a lo cual con una sonrisa en sus labios bastante leve indico:
“¡Exacto!, son de litio!” (el litio es una fuente radioactiva que puede generar contaminación). Y retando al equipo dijo: “Vamos, otra más: ¡las hidroeléctrica!”, indicó otro miembro del panel.
–“La energía hidroeléctrica, aunque tengo que admitir no genera emisiones, sí utiliza el agua”, indicó. El agua no es infinita y su funcionamiento requiere de embalses que a la final evitan el uso de esa agua para consumo, por lo tanto, ¡la usa!
–Y de pronto escuché: “¡La eólica! Esa definitivamente no restringe el aire”, indicaba con tono jocoso un nuevo integrante a la conversación
–Y aquí volvió a sonreír nuestro argumentador, pero esta vez más fuerte y con un aire de victoria indicando: “¡Imposible! La energía eólica no consume aire, pero para que funcione requiere molinos que fabrican con materiales que generan contaminación, hasta plásticos y demás. ¿Así que, no es tan limpia, no?”, indicó nuevamente sonriendo.
–Y continúo indicando: “¿Saben qué? Miren donde estamos: aquí consumimos más energía que cualquiera a nivel convencional, ¡así que cómo vamos dependeremos del petróleo muchos años más!”.

De repente se giró hacia mí, y me indicó: “Y bueno tú, ¿por qué tan callada? ¿Estás de acuerdo
conmigo?”.

–Mi respuesta, inicio simple: “Depende. Permíteme. Te explico: el término de las ‘energías limpias’ se refiere a que en su producción reducen al mínimo o eliminan por completo los contaminantes, principalmente los gases de efecto invernadero. Ahora bien, aclaro: es cierto que en algún momento la energía solar utilizo y en algunas partes aún se utilizan baterías de litio. Pero, ¿sabías qué existen sistemas impulsados por energía solar generan conexión directa a conversores que a su vez ya distribuyen de forma uniforme la electricidad los elementos que la necesitan? Muchas organizaciones, incluida la nuestra, están comprometidas en la disminución de los gases de efecto invernadero y utiliza este tipo de tecnologías como herramienta para su disminución.

En las hidroeléctricas no se generan residuos y las emisiones de CO2 son bastante bajas o nulas, lo cual es, finalmente, el objetivo.

Y de la eólica, puedo decir de primera mano que existen lugares como Zaandam en Países Bajos, que utiliza molinos totalmente artesanales para producir energía y funcionamiento de aserraderos o procesadoras de quesos, entre otras. ¡Yo los vi con mis propios ojos!

Cambio

Lo cierto es que asimilar el cambio en cualquier aspecto, toca una de las sensaciones más primitivas en el ser humano: el miedo. Si se piensa quizás un poco a detalle, los grandes cambios de la humanidad han surgido de algún tipo de miedo: a perder, a no prevalecer, a estancarse o inclusive a no subsistir. Con el cambio energético no será distinto, por lo tanto, en lugar de pensar en si es o no es limpia esta energía, no nos enfocamos en mejorarla para que empresas como la nuestra se encuentre preparada a ser un aliado estratégico de la industria. Con esto, estaremos por delante de las necesidades del mercado y por qué no, podríamos contribuir un poco a dejarle a nuestros hijos un futuro mejor.

Un silencio algo incómodo se apoderó de la mesa y de repente mi compañero me indica: “Existen tantos puntos de vista como personas en el mundo, pero es cierto: el cambio energético es una realidad, así que no estaría mal tomarle ventaja”.

Y aquí mi estimado lector queda la reflexión de este artículo. Las energías limpias ya son una realidad, sea por miedo o por convicción. Ya están en funcionamiento y listas para quedarse. Ahora la pregunta es: ¿estás preparado para asumir el cambio que viene?