Ariel-Rodriguez
Ariel Rodríguez Gerente de Seguridad Clínica La Cardio

Hospitales seguros, sociedades saludables

hospital

La Organización Panamericana de la Salud define al hospital seguro como “un establecimiento de salud cuyos servicios permanecen accesibles y funcionando a su máxima capacidad y en su misma infraestructura inmediatamente después de que ocurre un desastre natural”. Si bien la referencia de la OPS está orientada a emergencias y riesgos de origen natural, es indispensable también citar aquellos de origen antrópico o intencional que son de mayor probabilidad de ocurrencia y que determinan no solo la disponibilidad en la prestación de servicios sino también una sociedad con el mínimo de garantías de salud satisfechas lo que se traduce en productividad y prosperidad.

Protección y prevención

Las instituciones hospitalarias siempre se han distinguido por su convivencia permanente con los riesgos y suelen ser un referente en su gestión para cualquier organización sin importar su núcleo de negocio, dado que involucra de manera integral todos los requerimientos de protección y prevención. En tiempos en que la pandemia del Covid-19 puso a prueba a la humanidad y desnudó su fragilidad, fueron las organizaciones de salud quienes demostraron con suficiencia su capacidad en el manejo de crisis y emergencias y su liderazgo operacional aun cuando enfrentaban un aumento histórico en la demanda de sus servicios, la incertidumbre inicial en el tratamiento del virus, el cambio en los escenarios de tradicionales de atención y  la aparición de nuevas amenazas, entre muchos otros.

Los hospitales y clínicas son quizás, una de las pocas industrias que operan sin pausa alguna a pesar de las circunstancias favorables o desfavorables que atraviese, su continuidad es indispensable y esencial para el desarrollo de una nación, esto implica que son a estas organizaciones a donde se debe dirigir un gran esfuerzo en protección a razón de que su incapacidad o reducción operativa podría afectar las bases de la sociedad en sí misma.

Desde esta perspectiva, el conjunto de esfuerzos de protección para cualquier organización de salud y su comunidad de trabajadores y pacientes parte de un diagnóstico con base en eventos históricos, estadísticos, referenciación nacional e internacional y literatura especializada, esto es, el catálogo de riesgos específicos que permiten determinar la exposición a riesgos y amenazas y el aprovechamiento de las vulnerabilidades institucionales además de su ponderación en términos de probabilidad e impacto y que pueda afectar la continuidad en la prestación de servicios de salud.

En diferentes organizaciones es común ver riesgos genéricos, adaptables (a fuerza) y aplicables a cualquier otra en el mismo núcleo de negocio y, a veces, en negocios diferentes. Este tipo de prácticas atenta contra el análisis, evaluación y tratamiento de riesgos y ofrece escasas garantías para quienes desarrollan allí sus actividades o son usuarios de sus servicios y es por esta razón que cuando un riesgo se materializa, la respuesta es poco efectiva y muchas veces ayuda a aumentar el impacto, afecta la integridad física y psicológica colectiva y repercute negativamente en la reputación de los profesionales de protección.

Detalle y especificidad

El reto pues, está en la precisión, detalle y especificidad en cuanto al inventario de cada riesgo basado en las características individuales de cada organización considerando que, aunque unas se parezcan a otras, ninguna es igual, y esto implica un tratamiento “a la medida”. Acá es también importante resaltar la precisión en la definición conceptual, por ejemplo, el término “pérdida” puede variar de una organización a otra y eso hace una enorme diferencia al momento de considerar y evaluar nuestro catálogo.

Un concepto que es esencial para diagnósticos integrales y precisos es la denominada “seguridad en profundidad”. Este concepto propone una mirada desde afuera que permite reconocer todos aquellos factores que de una u otra manera puedan afectar a cada organización: dicho de otra manera, los eventos globales, regionales, nacionales, distritales, locales e institucionales que puedan eventualmente afectar los recursos a los cuales se orienta el esfuerzo de protección. Para el caso, es menester del especialista en protección entender con claridad todo aquellos que sucede en su entorno lejano, próximo e inmediato y que tenga potencial de riesgo: emergencias en instituciones similares; referencia de casos por parte de colegas pares en otros hospitales; interés de grupos ilegales en la operación hospitalaria; delincuencia común en la; y, por último, el riesgo de origen interno por parte de empleados como de usuarios.

Seguridad y protección

Normalmente, el esfuerzo de seguridad y protección está orientado a la gestión de riesgos de origen externo, usualmente delincuencia común, pero muy superficialmente atiende aquellos riesgos de origen interno y que aportan gran parte de los que se llegan a materializar. Por supuesto, no se trata de asignar responsabilidades ni de generar desconfianza entre los empleados hospitalarios, todo lo contrario, se  trata de fortalecer su confianza en cuanto a su capacidad de autoprotección y reporte de condiciones inseguras y personas que generen riesgo. Es el empoderamiento otorgado a los trabajadores para que gestionen su propia seguridad y se involucren con el programa de protección a través de la sensibilización constante que demuestre buenas prácticas en autoprotección y las expectativas institucionales de comportamiento seguro.

El tratamiento de la seguridad hospitalaria sugiere, entonces, no solo la protección a la infraestructura física y los recursos biomédicos, medicamentos, suministros, dotación y demás, sino especialmente a sus trabajadores sobre quienes recae la responsabilidad de intervenciones asistenciales apropiadas y a quienes se les debe garantizar ambientes de trabajo seguros y tranquilos que se reflejan en una óptima calidad en la atención de pacientes.

La protección del personal médico y asistencial es la primera de las fases de intervención en la gestión de seguridad hospitalaria y debe estar enmarcado en el diagnóstico inicial de riesgos que determine la probabilidad y el impacto frente a cada uno de ellos y que permita establecer las medidas de control, prevención y mitigación de manera específica y todo esto en el marco de hospitales seguros y sociedades saludables.