Martin-D.-Quipildor
Martín D. Quipildor Director de Seguridad, Salud Ocupacional y Medio Ambiente VIDA

‘Las personas son buenas, pero si se las controla son mejores’

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Esta frase -que da título a este artículo- pertenece a un político argentino quien para su Gobierno veía la necesidad de un control permanente a fin de evitar la corrupción. Indudablemente que es aplicable en el campo de la seguridad y la salud ocupacional de manera contundente.

En la República Argentina existe la Ley de Higiene y Seguridad en el Trabajo Nº 19587/72 que en su artículo cuarto define no solo sus objetivos sino por sobre todas las cosas marca el horizonte a los del Profesional de la especialidad.

Art. 4º. La higiene y seguridad en el trabajo comprenderá las normas técnicas y medidas sanitarias, precautorias, de tutela o de cualquier otra índole que tengan por objeto:

  1. a) proteger la vida, preservar y mantener la integridad sicofísica de los trabajadores;
  2. b) prevenir, reducir, eliminar o aislar los riesgos de los distintos centros o puestos de trabajo;
  3. c) estimular y desarrollar una actitud positiva respecto de la prevención de los accidentes o enfermedades que puedan derivarse de la actividad laboral.

Siempre, en capacitaciones o en clase, presentamos este artículo ya que en su “inciso c)” define algo tan complicado como el trabajo en equipo, la seguridad y salud de todos, la cultura de seguridad, etc. Y con un alto grado de dificultad para su cumplimiento.

Cultura de la seguridad

Desde el desastre de Chernobil en 1986 se viene hablando de la cultura de la seguridad a la cual definimos como un conjunto de principios, creencias, valores, formas de trabajo que una organización tiene en su espíritu para realizar su trabajo día a día y en cualquier situación. Su aplicación total nos llevaría a la disminución permanente de accidentes y el trabajo en incidentes para que no vuelvan a ocurrir.

Hoy lamentablemente seguimos trabajando sin la aplicación del “inciso c) del Art. 4” y sin cultura de la seguridad. Vemos actualmente organizaciones que solo tienen a la HyST para cumplir en los papeles. Donde directivos y trabajadores mancomunadamente se esfuerzan para hacer 0 (cero) prevención y seguridad.

¿Nos debemos convertir en policías? ¿Debemos establecer el castigo ante las faltas que se observan? ¿El tiempo, exigencias, tipo de trabajo, recursos disponibles pueden alterar la seguridad? O como algunos dicen en materia de movimiento en rutas: “No hay problema que salga tarde, lo recupero en el camino”.

Actuación en solitario

Vemos día a día que los profesionales en HyST actuamos más en solitario tomando una “foto” de la situación que vivimos en un momento, en un lugar de trabajo. Vemos que nuestra actuación es limitada y se diluye en el espacio sin la actuación necesaria de todo el equipo conformado por directivos, mandos medios, trabajadores. Necesitamos para la prevención el trabajo integrado así podemos armar la película lo más completamente posible.

No basta con decirlo. Hay que hacer seguridad donde tenemos frases armadas como “la seguridad se realiza desde arriba hacia abajo” o que “la empresa hace seguridad”. Las hemos escuchado siempre pero en general no se puede llevar a cabo. Hay empresas por supuesto muy organizadas, con estructuras y con obligaciones más allá del aspecto humano o de seguridad social. También es verdad que nos vamos a encontrar con personas extrovertidas e introvertidas. Con ellas debemos trabajar para transmitir las normas y que se cumplan en un verdadero equipo donde todos se cuiden. La seguridad se consigue en el trabajo mancomunado, donde se confía en cada uno de los miembros de ese grupo sin pensar que el del lado es capataz o peón. Sino que cualquiera pueda realmente hablar, decir, hablar o llamar la atención para marcar una falta o una acción positiva.

Un ejemplo se puede marcar en el uso de una escalera: unos trabajadores llegan a una estación de servicios en construcción y necesitan de una escalera para revisar las cañerías de venteo en el techo. La solicitan en una obra ya que no la tienen y directamente el contratista principal se la provee sin más miramientos. El que presta no sabe absolutamente nada y el que pide solo quiere cumplir con una tarea. Los riesgos cambiarían y se mejoraría toda la seguridad si el que tiene la escalera solicita información, y que esté obligado a ello, como ¿para dónde es?, ¿quién la va a usar?, ¿cómo la usará?, ¿tiene arnés y cabo de vida?

Efecto dominó

Como se diría, aplicando los conceptos del ‘Álgebra de Boole’ estamos convirtiendo una suma lógica (sistema en paralelo) en un producto lógico (sistema en serie). Si analizamos un posible accidente aplicando la teoría del dominó diríamos que es un error humano. Recuerdo que W. H. Heinrich (1931) desarrolló la denominada teoría del “efecto dominó” donde el 88 % de los accidentes están provocados por actos humanos peligrosos, el 10%, por condiciones peligrosas y el 2 % por hechos fortuitos. Y si aplicamos la teoría del queso suizo de James Reason diríamos que los agujeros se han alineado.

Podemos decir que nos falta control. Qué importante es el análisis de situaciones trabajando con distintas teorías pero tan difícil de implementar… Y si seguimos sumando nos encontramos en la necesidad de controlar a los que controlan. Los profesionales de seguridad laboral nos encontramos al momento de aplicar medidas básicas que no podemos llegar a cumplir los objetivos de la prevención si hubo falta de comunicación, incumplimiento de normas, y por supuesto siempre tirando una moneda o jugando a una especie de ruleta rusa poniendo en juego a los trabajadores que pueden sufrir un accidente.

Nos jactamos de conocer las normas pero no cumplimos.

Es hora de volver a cuestiones elementales que requieren poner al ser humano como centro del sistema laboral generando responsabilidad en puestos y acciones.