ASEPAL alerta de que las mascarillas del CSIC no son FFP2

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En pleno debate sobre la obligatoriedad del uso de mascarillas autofiltrantes contra partículas y ante la confusión que existe entre la población al hablar de este tipo de productos, ASEPAL quiere aclarar que las mascarillas desarrolladas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) no son FFP2.

A partir de este año, sólo podemos encontrar en el mercado mascarillas autofiltrantes bajo norma europea armonizada EN 149:2001+A1:2009, que se clasifican en función de la cantidad máxima de contaminantes que queda retenida en el filtro y no penetra hacia el interior de la mascarilla y la cantidad máxima de la atmósfera exterior que puede penetrar en el interior de la mascarilla: FFP1 (eficacia mínima del 80 % y fuga máxima del 22 %), FFP2 (eficacia mínima del 94 % y fuga máxima del 8 %) y FFP3 (eficacia mínima del 99 % y fuga máxima del 2 %).

No obstante, desde el inicio de la pandemia es posible encontrar en el mercado mascarillas autofiltrantes para la protección frente a la COVID-19 que no han sido ensayadas y certificadas para ofrecer protección para otro tipo de riesgos. Este es el caso de las mascarillas del CSIC, que cumplen la PPE-R/02.075 versión 2, una norma que se basa en la EN 149:2001+A1:2009 pero que omite algunos ensayos que se recogen en ella, como el de penetración del filtro con aerosol de aceite de parafina o el de fuga máxima hacia el interior, que indica qué porcentaje máximo de la atmósfera exterior puede penetrar en el interior de la mascarilla.

“Las mascarillas del CSIC, comercializadas bajo la marca Proveil, no deben confundirse con una mascarilla del tipo FFP2 y no puede sustituirla frente a otros riesgos no relacionados con el COVID-19. No se trata de una mascarilla autofiltrante de uso general”, advierte el secretario general de ASEPAL, Luis Gil Palacios.

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Factores que restan eficacia a las mascarillas

Por otro lado, ASEPAL advierte que para que las mascarillas autofiltrantes (FFP2 y FFP3) ofrezcan una protección “óptima”, es necesario que al colocarse sobre el rostro queden herméticas.

“Si no se encuentran perfectamente ajustadas a la cara, disminuyen sensiblemente su función. Es necesario que forme un espacio hermético que permita que todo el aire que expira una persona sea filtrado”, relata Gil Palacios.

La patronal explica que la presencia de vello facial (barba, perilla…) en la zona de contacto entre la mascarilla y el rostro, reduce de forma “muy severa” el ajuste, aunque éste sea muy corto. Por ello, para un ajuste correcto de la mascarilla autofiltrante, debe eliminarse completamente todo vestigio de vello facial o cabello en la zona de contacto entre la mascarilla y el rostro.

Asimismo, es “imprescindible” seguir las indicaciones de ajuste que debe dar el fabricante en el folleto informativo para una correcta colocación. Además deben realizarse las comprobaciones de sellado que el fabricante determine, que suelen consistir en realizar respiraciones enérgicas para detectar si se producen fugas de aire, lo que indicaría un ajuste incorrecto o la elección de un producto que no se ajusta bien al rostro. En estos casos, la eficacia protectora de la mascarilla se verá “sensiblemente mermada”.

Por otro lado, ASEPAL insiste en que también es necesario tener en cuenta el tamaño y la forma de la mascarilla y no exceder el tiempo máximo de uso indicado.

“Un tamaño o una forma inadecuados impedirán la unión hermética de la mascarilla. La presencia de cicatrices, o la elección de una mascarilla demasiado grande, o pequeña, pueden hacer que un modelo de mascarilla en concreto no se ajuste herméticamente al rostro del usuario”, concluye el secretario general de ASEPAL.

Por último, ASEPAL quiere recordar que -además del uso de mascarillas– para evitar la expansión del coronavirus es importante mantener el resto de medidas de prevención, como la distancia interpersonal y la higiene de manos.