Los accidentes de trabajo están regulados por el artículo 156 de la Ley General de la Seguridad Social, y para que se consideren accidente laboral deben cumplir 3 requisitos:
- Daño provocado por una acción violenta y repentina procedente de un agente externo.
- Contrato del trabajador con un empresario individual o una sociedad.
- Lesión producida por el trabajo de manera directa o indirecta.
¿Qué es un accidente laboral?
Según el artículo 156 de la Ley General de la Seguridad Social, accidente laboral es el que sucede en: trayectos de ida o vuelta del trabajo; cargos electivos sindicales; por órdenes del empresario; tareas de rescate; enfermedades causadas por el trabajo; enfermedades agravadas por el trabajo; complicaciones de salud. Adicionalmente, cualquier lesión producida en el puesto de trabajo durante la jornada laboral se presume como accidente de trabajo, incluyendo tiempos de descanso, guardias y horas extra.
En caso de que el empresario no quiera reconocerlo, tendrá que aportar las pruebas que demuestren lo contrario.
Indemnización
El trabajador que sufra un accidente laboral obtiene el derecho a indemnización siempre y cuando exista alguna responsabilidad por parte de la empresa, es decir, cuando el accidente sea negligencia de la empresa y no un descuido del trabajador.
El importe de la indemnización dependerá del daño ocasionado y de la gravedad de la negligencia. El encargado de imponerla será un juez.
En cualquier caso, el trabajador cobrará el 75% de su sueldo mientras esté de baja.
¿Y si no es accidente laboral?
Si el accidente no se considera laboral, el trabajador no tendrá derecho a indemnización en ningún caso, aunque la Seguridad Social puede dictaminar que una lesión no ha sido consecuencia del trabajo, pese a que el profesional piense que cumple todos los requisitos.
Llegados a esta situación, queda la opción de reclamar a la justicia, reuniendo todas las pruebas que sean necesarias para demostrar el accidente laboral.
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