Como ha quedado dolorosamente claro durante la DANA de Valencia, en España falta una cultura de prevención de riesgos equiparable a la de otros países occidentales, donde es tradición en las empresas, colegios y comunidades de vecinos hacer ejercicios periódicos para aprender a comportarse ante emergencias imprevistas, desde un incendio hasta un tornado o incluso un ataque terrorista.
Qué es una cultura nacional de prevención de riesgos
La mentalidad de un país influye en la forma en que sus habitantes perciben el riesgo, entendiendo qué es un peligro y cómo reaccionar ante él. También determina la capacidad de reacción y la resiliencia, que obviamente mejoran con campañas de instrucción sobre la anticipación y la actitud ante las emergencias. La tragedia de Valencia demuestra que la ausencia de una cultura nacional de prevención de riesgos influye indirectamente en el riesgo que corren sus habitantes, lo sepan o no. Porque afecta al compromiso de seguridad de sus ciudades, a la disponibilidad empresarial para protocolos de respuesta, a la actitud individual de los ciudadanos ante el riesgo, a la voluntad de concienciación en redes sociales y a la educación de los menores para la reducción del riesgo ante grandes catástrofes. Todo esto influye en la vulnerabilidad de una comunidad ante los peligros naturales.
La ausencia de una mentalidad de autoprotección en Valencia
Dada la intensidad de las catástrofes naturales en nuestro mundo actual, una cultura nacional de prevención de riesgos, incluyendo el aprendizaje y el ensayo de los protocolos correspondientes, es crucial en la capacidad autodefensiva de una población. Parece obvio que buena parte del caos previo y posterior a la DANA de Valencia se debe a la ausencia de esta mentalidad, tanto por parte de los líderes nacionales y locales como de la población cautiva de esta deficiencia política. El aprendizaje de esta cultura determina cómo las comunidades se preparan, actúan y responden a los desastres, ayudando a reducir su exposición e implementar los cambios necesarios para adaptarse a los riesgos, incluidos los impactos de los cambios climáticos.
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