Máxima protección frente al COVID-19 con las mascarillas de Productos Climax

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Por Productos Climax

Productos Climax lleva fabricando mascarillas tipo FFP desde hace 20 años -tiempo que le avala como fabricante- con una prestigiosa trayectoria en el mercado. Sus mascarillas cumplen con la normativa europea. Las mascarillas FFP Climax ofrecen una máxima protección gracias a su ajuste en cabeza y nunca y a su clip nasal ajustable, cumpliendo de este modo con el factor de ajuste mínimo que exige el reglamento europeo.

El factor de ajuste, clave del éxito de la protección

Lo más importante en relación a la eficacia de filtración de una mascarilla pasa a ser el mencionado factor de ajuste (FA): éste nos indica cómo de bien ajustada queda una mascarilla en el rostro del usuario mediante la medición de la concentración de partículas que pasan al interior de la mascarilla.
Si existen fugas, provocadas por una mala adaptación de la mascarilla en la cara -que dejan espacios por donde pase el aire contaminado- existe el riesgo de inhalar aerosoles, fuente de transmisión del coronavirus. Es muy importante, por tanto, contemplar el ajuste de la mascarilla como un requisito esencial de salud y seguridad a la hora de elegir una mascarilla autofiltrante, evitando así la falsa sensación de seguridad que provocan las mascarillas.

El peligro de los supuestos EPIs

Debido a problemas de abastecimiento de mascarillas en el inicio de la pandemia, el mercado estuvo saturado de equipos que no cumplen con los estándares europeos y, lamentablemente, han llegado para quedarse. Las modificaciones en la legislación que regula este tipo de EPIS han permitido su entrada con normativas no europeas y sin marcado CE o marcado incorrecto.
Estos supuestos EPIs incluyen un diseño nunca visto con anterioridad (sujeción por las orejas) en unas mascarillas certificadas según la normativa europea EN 149:2001+A1:2009. Las mascarillas con este tipo de sujeción presentan un peor ajuste que las que lo hacen por la cabeza y nuca y, por tanto, proporcionan un factor de ajuste (FA) que impide alcanzar los requisitos exigidos por la normativa europea.
Las necesidades del mercado facilitaron un marco legal muy laxo con estas mascarillas que, en el mejor de los casos, se fabricaron bajo una ‘normativa especial COVID-19’, un sucedáneo de la normativa EN 149, así como una recomendación basada en esta misma norma (RFU COVID- 19), la cual se permitió temporalmente. Acabada su vigencia, estas mascarillas se empezaron a marcar con el logo ‘CE’ y la normativa EN 149 pero sin mejorar sus características acordes a los requisitos de dicha normativa. Actualmente, la ley obliga a que todas las mascarillas lleven el marcado ‘CE’ aunque todavía se pueden encontrar este tipo de mascarillas sin este marcado bajo el pretexto de que se comercializaron antes del cambio de ley.