Jesús Madero Blasco Sargento jefe Parque de Bomberos del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria

Bomberos de Gran Canaria: su labor en la emergencia volcánica en la isla de La Palma

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El día 19 de septiembre la isla de La Palma fue escenario de un reto en lo que a emergencias se refiere, tanto para el archipiélago canario como para todo el Estado español. Nos enfrentamos a una situación planteada y estudiada en libros, plasmada en un plan de emergencias específico como es el PEVOLCA (Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Vulcanológico en la Comunidad Autónoma de Canarias), pero nunca vivida, al menos por aquellos a los que nos ha tocado estar al mando de equipos de emergencias en estas fechas.

Los cuerpos de bomberos –y me centraré en el mío, el Consorcio de Emergencias de Gran Canaria– estábamos realizando desde semanas antes un seguimiento y un trabajo de planificación ante el desenlace que se preveía inminente, dadas las pistas que la naturaleza nos estaba proporcionando, entre otras la deformidad del terreno y lo terremotos cada vez más cerca de la superficie.

La respuesta debía ser acorde al peligro que podría desencadenar la erupción, pero con el inconveniente que tiene no saber dónde, cuándo, ni la magnitud y el añadido de no ser un entorno conocido.

Norma ISO 45001

A la hora de hacer esta planificación se trabajó mediante la identificación de peligros. Estos entendiéndolos como la Norma ISO 45001 los presenta “como una fuente, situación o un acto potencial para causar daño humano”. Esta identificación se realizó no solo para el ciudadano sino también para los intervinientes (en los que me centraré en este artículo) que hasta allí nos íbamos a desplazar y a actuar en primera línea.

En unos primeros análisis y acorde con lo que establece la DGPCyE (Dirección General de Protección Civil y Emergencia) los peligros de origen natural a los que nos íbamos a enfrentar eran:
• Coladas de lava.

• Caída de cenizas.

• Emanaciones y acumulaciones gaseosas.

• Deslizamientos de laderas.

• Terremotos.

Pero no podíamos quedarnos en ese primer análisis ya que, de manera simultánea, se tendrían que realizar evacuaciones, rescates, asistencias técnicas, extinción de incendios, evaluación de estructuras… La complejidad de la planificación era notable por la magnitud de la emergencia y el nivel de seguridad para los intervinientes debía ser acorde a la respuesta que de nosotros se esperaba.

Se ha dado por extinguido el 25 de diciembre, pero los peligros no han desaparecido en su totalidad, han cambiado y con ello también hemos modificado nuestra respuesta y por consiguiente nuestra forma de protegernos.

Bomberos de Gran Canaria

Primeras proyecciones

En las primeras proyecciones las unidades y el personal iban equipados con los equipos de protección completos. En este caso, tanto para intervenciones que requirieran nivel 1 como para rescates y asistencias técnicas. Equipos que para primeras intervenciones en un entorno y peligro desconocido valoramos como suficientes.

Pero la emergencia evoluciona es un continuo cambio al que hay que adaptarse y como decía Charles Darwing “no sobrevive el más fuerte ni el más listo sino el que mejor se adapta”; por ello, como buen servicio de emergencias, hicimos nuestra la frase. Desde la jefatura se realizaban constantes reuniones, evaluaciones y aportaciones para ir optimizando nuestra respuesta sin bajar en ningún momento la seguridad.

En siguientes proyecciones, mientras las semanas transcurrían, fuimos adaptándonos, pasamos a conocer el terreno, le íbamos cogiendo el pulso, pero le perdíamos la mirada.

En ese proceso de cambio –que iba de la mano de la evolución de la emergencia volcánica y la entrada del otoño, con posibles lluvias– adaptamos la seguridad del interviniente. En los primeros momentos íbamos con los recursos que trabajamos de manera ordinaria.

Protección respiratoria

Con el paso de los días –y viendo las necesidades a las que nos enfrentábamos– vimos preciso completar la protección respiratoria. Las mascarillas FPP2 y FPP3 se complementaron con máscaras específicas. Estaban destinadas para los gases a los que en ciertas ocasiones estábamos expuestos y con filtros suficientes para varios días de trabajo. También se hizo patente que tanto las gafas de protección como el casco técnico no eran suficiente. Por ello lo que completamos la protección visual con gafas más ergonómicas. A la vez eran más seguras ante la lluvia continua de ceniza (cierto es que estas al final fueron proporcionadas por la propia Dirección Técnica de la emergencia). En estas últimas fechas y nuevamente en este proceso de adaptación, hemos añadido equipos de protección ante posibles lluvias…

Los equipos de trabajo también sufrieron modificaciones. Por ejemplo, al comenzar el proceso de limpiar techos por la acumulación de cenizas que podían llegar a colapsarlos, se determinó la incorporación de los equipos de trabajo en altura. Estos se trajeron desde nuestro servicio en Gran Canaria. La posibilidad de lluvias que nos obligaran a intervenir en un ambiente más complejo lo solventamos. Fue gracias a la incorporación de los trajes de lluvia del servicio y equipos de achique específicos para la situación a la que nos enfrentamos. Los detectores de gases que incorporamos en el principio de la erupción fueron completados por otros. Estaban destinados para gases específicos que se estaban detectando en ese fenómeno natural.

Punto de vista técnico

Desde un punto de vista técnico se hizo y se está haciendo un gran esfuerzo.. En concreto, continuamos con personal y equipos en La Palma, lo que ha llevado a un nivel de trabajo muy alto por todos los intervinientes. Los equipos de trabajo tenían un encargado de velar por la seguridad de los intervinientes, siendo esa su misión principal. En algunas fases ejercía de observador, en otras de recurso preventivo. Y casi siempre como enlace entre los servicios desplegados en la zona para trabajar de una manera coordinada.

Fue fundamental esta persona de control ya que, sobre todo, en los inicios, los turnos de trabajo y el nivel de estrés fueron muy altos. Y es  que la situación era caótica. Se implantaron horarios para relevos, descanso y tiempos de comer. Puede parecer algo lógico. Pero lo que estábamos viviendo hacía que nos supusiera un esfuerzo importante parar. Ello debido a  que la sensación de que puedes hacer más siempre estaba en nosotros y sigue estándolo. Es por ello que una de las medidas de protección que implantó el servicio fue la necesidad de que los grupos proyectados a su vuelta recibieran atención psicológica. Dicha atención es recibida por todos los que participamos y lo necesitamos.