Francisco Martínez Alvarado
Francisco Martínez Alvarado Psicólogo General Sanitario, técnico superior en PRL y técnico en Emergencias Aeronáuticas

Síndrome de estrés traumático secundario (ETS): el riesgo oculto

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El trabajo que realiza el personal de primera respuesta implica que estén constantemente expuestos a experiencias de muerte (enfermedad, accidente, homicidio, suicidio). Algunas de estos eventos, sino es en todos, pueden ser consideradas estrés traumático para cualquier persona. No obstante, son situaciones a las que el personal de primera respuesta se enfrenta como parte de su labor diaria, produciendo en ellos una serie de reacciones cognitivas, conductuales, emocionales y físicas que, potencialmente, pueden interferir en su capacidad de respuesta ante un nuevo evento, así como en su reincorporación (si estaba de baja) a su vida laboral, social y familiar cotidiana.

Impacto emocional

El impacto emocional y las manifestaciones de los efectos anteriores van a depender, principalmente, de los recursos personales que posea cada individuo, incluyendo el repertorio de respuestas aprendidas y si estas le han resultado positivas o negativas en experiencias anteriores. Es numerosa la literatura que aborda las diferentes afectaciones, síndromes y trastornos asociados al personal de primera respuesta, siendo el trastorno por estrés postraumático y el síndrome de estrés traumático secundario (ETS) los más complicados.

Hay datos que indican mayor prevalencia del síndrome de estrés traumático secundario en los profesionales del sector de salud, no siendo exclusivo de ellos, pues también se presenta en el resto de colectivos que intervienen en emergencias. Esto debido a que los profesionales que trabajan con víctimas de traumas emplean la empatía para comprender el proceso traumático por el que pasa la persona, para valorar la magnitud del problema, así como para llevar a cabo una intervención adecuada. Sin embargo, debido a esta interacción emocional, llegan a presentar una sintomatología similar a la de la víctima. Por ello, se considera la empatía un factor principal en desarrollo de este síndrome: esta empatía también complica las intervenciones en grandes tragedias pues algunos de los intervinientes, en los primeros momentos, dejan de ser eficaces, cuando más se les necesita, por decidir acompañar a alguna de las víctimas por compasión.

Desequilibrio

Una de las causas del estrés laboral en los intervinientes es el desequilibrio entre la demanda profesional y la capacidad de respuesta del profesional para satisfacer dicha demanda. El fracaso tiene importantes consecuencias percibidas y el desgaste profesional será la respuesta a este estrés laboral crónico, donde la persona se encuentra emocionalmente agotada, desarrollando pensamientos y actitudes y sentimientos negativos hacia su trabajo y hacia las personas con las que trabaja (despersonalización). Además, pueden aparecer conductas de riesgo y también una devaluación profesional hacia sí mismo (falta de eficacia percibida).

El desgaste profesional se asocia, por lo tanto, a la disminución de la calidad del trabajo, a la reducción del compromiso laboral y de la satisfacción con la carrera profesional y a problemas de salud relacionados con el estrés, sin olvidar la defectuosa implicación y mal ajuste de los responsables jerárquicos de la organización laboral a la que pertenece.

De esta manera, se reconoce al desgaste emocional como otro de los factores principales del síndrome de estrés traumático secundario.

La existencia de un marco referencial de las afectaciones psicológicas relacionadas con el personal de primera respuesta nos dará el contexto para tomar acciones en cuanto al apoyo psicológico antes, durante y después de los eventos estresantes y traumatizantes, por medio de la prevención, promoción, preparación y capacitación en estos profesionales.

Cambio de paradigma

Finalmente, esta pequeña revisión narrativa y la experiencia existente en esta área nos recomienda hacer un llamamiento a un cambio de paradigma.

Con vista a futuras investigaciones, este tipo de valoraciones deberán continuar superando el clásico análisis psicopatológico (victimización y/o traumatización), diseñar los modos de actuación, desde la psicología basada en evidencias probadas, así como conocer el tipo de alteración en la salud mental de los intervinientes, que se ha desencadenado a partir de las emergencias y desastres a los que atienden. No nos podemos conformar con la presencia de media docena de profesionales, freelance de la psicología de emergencias, sin experiencia en situaciones traumáticas reales, dando charlas y mostrando los mismos PowerPoints habilitados tanto para hablar de duelo, como de conductas autolíticas, o del fortalecimiento emocional para intervinientes.

Convencidos de su profesionalidad, y sin una evaluación de sus competencias, se generan dos cargas que vienen emparejadas: la falta contrastada del desempeño en el dominio de su experiencia y la ignorancia de esta falta.

La ignorancia genera confianza con más frecuencia que el conocimiento y esa confianza, en muchos casos, es la madre del despropósito. De este modo, se convierte en una prioridad determinar el grado de preparación psicológica previa de este personal que se encargará de la salud psicosocial de los profesionales de las emergencias (así ocurrió en el accidente aéreo del vuelo de Germanwings, donde muchos de los experimentados psicólogos que acompañaban a los rescatadores tuvieron secuelas psicológicas posteriores) y su formación continua, además de unificar criterios y estar coordinados en una dirección general de políticas públicas.