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M. Carmen Pérez Moreno Jefa de Dpto. PRL, Calidad, Medio Ambiente e I+D+I Mademan Group

La presencia de la mujer en el sector del metal se ha estancado

Seguridad entre hierros y aceros: parecer de hierro, ser de cristal

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El sector del metal, es una de las actividades económicas con mayor siniestralidad, penosidad y peligrosidad. Son muchas las actividades (códigos de la “Clasificación Nacional de Actividades Económicas”) que entran dentro de este grupo y en casi todas ellas, los resultados de siniestralidad, son desalentadores.

En los últimos años hemos podido ver avances extraordinarios en este sector:

–          Nuevas tecnologías que han cambiado y mejorado los procesos, haciéndolos más seguros.

–          Avances sobresalientes en el apartado de equipos de protección individual (EPIS) y protecciones colectivas.

–          Mejoras en el diseño y disposición de los puestos de trabajo.

–          Especialización de los operarios. Formaciones específicas y adaptadas a sus puestos de trabajo.

–          Técnicos cada vez más especializados en la prevención de riesgos laborales que velan por la seguridad y salud de los trabajadores.

En resumen, grandes cambios, en un corto periodo de tiempo, que se empezaron a ver con los ‘Planes de Desarrollo’ de los años 60, la entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE) en los años 80 y la implantación del euro en los años 2000.

Pero pese a todo esto, pese a parecer que tenemos todos los medios en la palma de nuestras manos, los datos nos indican que, la seguridad y salud en el trabajo no evoluciona positivamente.

¿Qué es lo que estamos haciendo mal? ¿De qué nos estamos olvidando?

Los datos de accidentes mortales son escalofriantes. De enero a septiembre de 2020, se han contabilizado un total de 543 fallecidos en accidente laboral, 36 más que en el mismo periodo de 2019, un aumento del 7,1%, según los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social.

Cifras, que son aún más a alarmantes, si tenemos en cuenta el parón en la actividad económica debido a la COVID-19, y que la lógica nos indica que, debieran de haber arrojado datos más bajos en este sentido.

Estos datos pueden ser consecuencia de una mala adaptación a los rápidos cambios que actualmente requiere la economía.

Los mercados requieren inmediatez, se funciona en base al principio “carpe diem”. O te adaptas o estás fuera del mercado.

Actualmente, todo es global: la competencia en el sector del metal es feroz y ello nos lleva a tener que cumplir en muchas ocasiones con condiciones leoninas para poder seguir en los mercados (lo que se puede llegar a definir como “la ineficiencia absoluta de lo mediato”).

Nos estamos olvidando de las personas: el sector del metal y el resto de los sectores no se mueven únicamente con tecnología, se mueven con personas. Personas que han de adaptarse y asumir los cambios.

Se bombardea a los trabajadores con formaciones e informaciones continuas, se les hace entrega de los mejores EPIS, de medios tecnológicos pero, ¿estamos asumiendo, entendiendo y adaptándonos a esos cambios? ¿Nos estamos preocupando de cómo nos están afectado?

«Pese a parecer que tenemos todos los medios en la palma de nuestras manos, los datos nos indican que, la seguridad y salud en el trabajo no evoluciona positivamente»

El clima laboral

En este acelerado trayecto nos estamos olvidando de uno de los pilares de la seguridad y salud, la Psicosociología, el clima laboral.

Toda esta vorágine (a la que sumamos la actual pandemia) está afectando al estado de ánimo de los trabajadores: hay más preocupaciones, más miedos e inseguridades, más estrés, peor organización del trabajo (consecuencia de la inmediatez) y con esa problemática, cuesta centrarse en las funciones y responsabilidades diarias, dejando mayor margen al error y como consecuencia, ampliando la probabilidad de que el error se acabe convirtiendo en el tan temido accidente.

No olvidemos que la precariedad mata y que, cada vez más trabajadores asumen que no existe un salario que compense un mal clima laboral.

El olvidarnos del clima laboral está teniendo igualmente, como consecuencia, un aumento importante en las bajas por enfermedad común, ya que muchas de las dolencias son difícilmente achacables a causas laborales.

Por lo tanto, la Psicosociologia, el clima laboral, ha de ser el objetivo inmediato de las empresas. Objetivo, que se ha de abordar con la colaboración e implicación de todos los departamentos que forman parte de las organizaciones, y evidentemente con la colaboración de los propios empleados, tienen que mostrar una mayor actitud proactiva (la actitud individual es la que nos llevará a resultados globales positivos).

Presencia de la mujer

Otro punto a tener en cuenta, en nuestro sector del metal, es que la presencia de la mujer en este sector se ha estancado. Está aumentando la presencia en otros sectores de actividad, pero en este sector, tan masculinizado, se ha estancado. Por ello, otro objetivo importante de nuestro sector del metal ha de ser el de la atracción del talento femenino, ya que tenemos mucho, y bueno que aportar.

Alcanzar estos objetivos no es tarea exclusiva del departamento de PRL: ha de ser un trabajo multidisciplinar, si verdaderamente se quiere que funcione, pues los accidentes ocurren en todos los niveles organizativos.

Esto no significa dejar parar la rueda del mercado: hay que seguir formando, informando, invirtiendo en tecnología en equipos de protección individual y colectiva y mayor presencia femenina en el sector, pero si se hace un mayor esfuerzo, con más tiempo y medios, en una plantilla más saludable, tendremos como resultado, un descenso de la accidentabilidad, una mayor implicación en el trabajo y mayor responsabilidad, que se traducirá en una mayor productividad.

Luchemos, desde este, nuestro sector del metal, por la continuidad, con una plantilla implicada, saludable, porque no nos olvidemos, aunque parezcamos de hierro, somos de cristal.