Jesús Oliver.
Jesús Oliver Sánchez Técnico en PRL en Albacete del Servicio de Condiciones Laborales Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

Prevención de riesgos en tintorerías

Riesgos tintorerías.

En el marco del cumplimiento legal en materia de prevención, el empresario que gestiona una tintorería se encuentra con realidades dispares a la hora de acometer las acciones que garanticen el cumplimiento de la citada normativa. En un extremo, la orientación comercial del servicio puede ofrecer la idea de la mera existencia de exposiciones a riesgos tradicionalmente considerados como menores. Por otro lado, la necesidad de disponer de instalaciones industriales como aparatos a presión que den servicio a la maquinaria y el empleo de determinados productos químicos de especial peligrosidad, como el percloroetileno, sientan las bases de exposiciones relativamente frecuentes a situaciones de alto riesgo.

La falta de datos concretos sobre la siniestralidad en el sector dificulta asimismo la tarea de priorizar las actuaciones de gestión en materia de prevención. Los datos y observaciones expuestos en este artículo se refieren al estudio no exhaustivo del sector en el área de Castilla-La Mancha.

A la citada dificultad de gestión se une en la mayoría de las ocasiones el pequeño tamaño de la plantilla de las tintorerías (en un alto porcentaje de ocasiones es menor de cinco trabajadores) y la sencillez de su estructura organizativa, usualmente compuesta por el empresario como gestor/director/encargado y los propios trabajadores como ejecutores de las diferentes tareas. Si bien los convenios colectivos diferencian categorías profesionales, en la práctica se detecta que esta diferenciación no es efectiva, realizando todos los trabajadores todas las tareas, independientemente de su categoría.

Riesgos tintorerías.

Siniestralidad y medidas preventivas

A falta de estudios con rigor estadístico, sí es posible relacionar las causas verificadas de los accidentes en tintorerías.

En primer lugar se deben considerar los sobreesfuerzos, entendiendo estos en su máxima dimensión cualitativa. Además de la obviedad de la aparición de lumbalgias provocadas por la manipulación manual de cargas, se ha de tener en cuenta también la necesidad del estudio de la carga postural y las posturas forzadas, en especial en los miembros superiores. La bipedestación en los puestos de trabajo es continuada, y si bien no se detectan circunstancias que deriven en movimientos repetitivos, sí se observan movimientos de relativa frecuencia como desviaciones cubito-radiales en muñecas, o sobreesfuerzos en hombros que pueden derivar en patologías en ambas zonas, tales como túneles carpianos o síndrome de manguitos rotadores. Estos movimientos vienen originados por el amarre en el manejo o doblado de la ropa, el planchado, la manipulación de perchas…

La dotación de medios mecánicos para la manipulación, la rotación de puestos de trabajo y, sobre todo, una adecuada formación e información en ergonomía detallada según el tipo de movimiento concreto detectado, contribuirán a evitar este tipo de riesgo.

Por probabilidad de repetición, el siguiente riesgo a considerar sería el de caídas al mismo nivel, propiciado en demasiadas ocasiones por ausencia de orden y limpieza, frecuentes derrames de líquidos en proximidad de maquinaria, cableado por el suelo, espacio insuficiente o empleo de calzado inadecuado. En este punto se ha de resaltar que la medida preventiva a adoptar no solo genera beneficios preventivos sino también productivos. Una adecuada actuación en la gestión del espacio disponible en los lugares de trabajo, donde cada prenda o material tenga su ubicación predeterminada en función de la fase de limpieza en que se encuentre, repercutirá en un apreciable beneficio económico directo, además de evitar pérdidas de prendas.

Menos frecuentes, pero no por ello menos importantes, serían las caídas a distinto nivel provocadas por el empleo de medios no adecuados como sillas, taburetes, cajas…, a modo de superficies de apoyo para acceder a lugares altos de estanterías para recoger prendas. Por ello, se debe dotar de las escaleras o medios equivalentes dimensionados según cada necesidad y en función de los trabajos para evitar dichas situaciones.

Otros riesgos asociados al centro de trabajo son los inherentes a la existencia de las instalaciones industriales necesarias para dar servicio a diferentes equipos. La instalación eléctrica debe contemplar la protección contra contactos indirectos para trabajadores mediante protección diferencial, además de proporcionar servicio y protección a instalaciones de apreciable potencia como son las máquinas de limpieza en húmedo y seco, planchas, lavadoras y secadoras…

Por otro lado, los equipos generadores de vapor y compresores de aire sometidos al reglamento de aparatos a presión, si bien son de pequeño tamaño, son una fuente potencial de accidentes graves si no se realizan con efectividad las revisiones a las que están sujetos en virtud de esta normativa, sin perjuicio de las ulteriores revisiones del cumplimiento del R.D. 1215/97 sobre utilización de equipos de trabajo.

Del resto de equipos de trabajo, los atrapamientos y/o contactos térmicos por retirada y ausencia de resguardos de protección o eliminación de dispositivos de seguridad en calandras, lavadoras o desempolvadoras de alfombras, lavadoras en seco, rotores de prendas y embolsadoras, suponen un porcentaje apreciable de los riesgos detectados. El mantenimiento y conservación de dicha maquinaria conlleva no solo una medida preventiva imprescindible sino una acertada actuación de gestión empresarial que garantiza una correcta amortización de las inversiones realizadas. La manipulación por parte del trabajador de los elementos y dispositivos de seguridad tendente a disminuir su efectividad o nivel de protección debe ser considerada por el empresario como un incumplimiento laboral de, al menos, la misma importancia que otro relativo al funcionamiento productivo de la tintorería.

El manejo de productos químicos puede provocar sensibilizaciones cutáneas por contacto directo continuado

Posibles actuaciones inadecuadas como las referidas pueden desembocar en situaciones de riesgo de incendio que, paradójicamente, se ha detectado que son consideradas como remotas. Es necesario recalcar la posibilidad de existencia de determinadas cantidades de productos blanqueantes como el peróxido de hidrogeno, junto con productos disolventes o detergentes con composiciones en base a compuestos volátiles orgánicos. A efectos de la posibilidad de concurrencia de un incendio, este hecho supone hacer coexistir un comburente por excelencia con un combustible. Otras sustancias empleadas en la tintorería, si bien no son cumbustibles, generan gases tóxicos y corrosivos que dificultarían una hipotética evacuación. Si a ello unimos la relativa facilidad de aparición de puntos calientes como foco de ignición, no es de extrañar que se recalque la especial importancia de practicar una adecuada prevención activa de incendios. Para ello, además de la referida actuación en materia de orden y limpieza, se debe separar el almacenamiento de los productos combustibles y comburentes, además de controlar los posibles puntos calientes y mantener en adecuado estado de empleo los medios de extinción y despejadas las vías de evacuación.

Sin embargo, a pesar de la frecuencia y gravedad con la que se detectan los referidos riesgos en tintorerías, el factor de riesgo por excelencia en las mismas es el referido a manejo de productos químicos, y en especial el uso de percloroetileno.

El manejo de productos químicos puede provocar sensibilizaciones cutáneas por contacto directo continuado y otras afecciones respiratorias o sistémicas por inhalación de vapores también continuada. Estas situaciones se producen por desconocimiento del producto, manejo de manera inadecuada y/o en lugares escasamente ventilados, descontrol del riesgo por no haber realizado mediciones en el caso del riesgo por inhalación y por la ausencia de empleo de los adecuados equipos de protección individual en su caso: guantes contra agresiones químicas y máscara con filtro tipo A o SA (percloroetileno).

La ingestión accidental de cualquier producto químico supone daños al sistema digestivo y suele ser provocada por confusiones en el manejo de los envases y en el empleo no señalizados de estos para el trasvase de los productos.

Durante estos trasvases existe, asimismo, la posibilidad de proyección de salpicaduras a ojos, por lo que sería conveniente minimizar estas tareas mediante la semiautomatización del proceso empleando bombas dosificadoras.

Dada la importancia en el proceso de estos productos químicos, es conveniente conocer los efectos para la salud provocados por las diferentes exposiciones de cada uno de ellos en función de su utilidad dentro del proceso:

  • El acido acético, empleado como limpiador y conservador de tejidos, es corrosivo e inflamable, pudiendo provocar dificultad respiratoria.
  • El peroxido de hidrógeno, blanqueante, causa irritaciones en el tracto respiratorio y digestivo.
  • Los detergentes para lavado, tanto en seco como en mojado, son irritantes.
  • Los productos quitamanchas “antisangre” y “antitaninos”, por la presencia en su composición de amoniaco originan quemaduras cutáneas, irritación de las vías respirato­rias superiores y molestias en los ojos.
  • Los productos quitamanchas “antipinturas”, compuestos de derivados alcohólicos, poseen efectos narcóticos.
  • Los productos quitamanchas “antimoho” tienen una acción corrosiva muy importante sobre la piel y sobre las mucosas en base a la acción del acido fluorhídrico que en parte los compone.
  • El percloroetileno es, sin duda, el más peligroso de todos los productos relacionados. Si bien no dispone de las frases “R45” o “R49” que, según la guía técnica para la evaluación y prevención de los riesgos relacionados con la exposición durante el trabajo a agentes cancerígenos, lo definiría como “cancerígeno”, el principio de prudencia aconseja tratarlo con la mayor de las precauciones, teniendo en cuenta que en caso de duda deberán adoptarse las medidas preventivas más favorables, desde el punto de vista de la prevención. La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer cataloga esta sustancia como categoría “2A”, es decir, “probable carcinógeno para el hombre”. La frase “R” asociada es la número 40, “posibles efectos irreversibles”. Con estas credenciales no es extraño que los efectos a exposiciones cortas a la sustancia sean fuertes irritaciones a los ojos, la piel y el tracto respiratorio, pudiendo causar efectos en el sistema nervioso central. A exposiciones más largas, puede producir dermatitis por contacto y por inhalación puede afectar al hígado y al riñón -tal y como se ha referido es “potencialmente cancerígena”-.

Ante la amplitud de posibles efectos por exposición a productos químicos relacionados y la gravedad de algunos de ellos, es imprescindible que el empresario asuma el tratamiento del riesgo químico como prioritario en su gestión de la prevención.

La medida principal sería el estudio de la sustitución de, al menos, la sustancia con efectos potenciales más graves, el percloroetileno. En este sentido, se pueden constatar experiencias satisfactorias de sustitución de percloroetileno por iso-alcanos C11-15 (CAS nº 90622-58-5), de función equivalente y cuyos efectos se reducen a la posibilidad de agrietar la piel por contacto continuado y la inflamabilidad.

Paralelamente a la posible sustitución, dada la amplitud de sustancias y efectos, es imprescindible que el profesional de tintorería conozca estos peligros y disponga de las herramientas adecuadas para estar prevenido contra ellos. Dichas herramientas son el etiquetado de los productos y las fichas de seguridad de los mismos. Los trabajadores deben ser formados en la interpretación de dichas etiquetas, de los documentos y, específicamente, de las propiedades y de los procedimientos de uso seguro de los productos concretos que manejen en su puesto.

Aspectos que dificultan la gestión y posibles soluciones

La combinación de comercio y actividad industrial en el sector de tintorería dificulta la actividad de gestión, en general, y la de gestión de la prevención, en particular.

El punto fuerte en la gestión de la prevención de riesgos debe ser, como en todos los sectores, el compromiso del empresario que se debe traducir en la dotación de recursos iniciales en forma de su propio tiempo de dedicación y formación y en la posible elección de un Servicio de Prevención Ajeno, ya sea para la asunción total de la actividad preventiva o para el asesoramiento. Este firme compromiso debe reflejarse en una política redactada que se incluya en un Plan de Prevención cuyos puntos fuertes podrían ser:

  • Evaluación de Riesgos y Planificación de la Actividad Preventiva, con especial incidencia a los controles ambientales pertinentes.
  • Formación e información de los trabajadores, de manera específica en lo relativo a productos y equipos concretos del puesto de trabajo.
  • Procedimientos de compras que aseguren la exigencia del cumplimiento de la normativa en máquinas y la disposición de fichas de seguridad y etiquetado adecuado en productos químicos.
  • La realización, por parte del propio empresario o empleado asignado, de controles periódicos de seguridad en colaboración con el Servicio de Prevención, en su caso.
  • Actividades de Vigilancia de la Salud.
  • Medidas de emergencia adecuadas a la dimensión de la actividad.

En definitiva, se ha de entender que la experiencia del empresario y de los trabajadores en las actividades de tintorería puede y debe traducirse en una implicación en prevención entendiendo que este hecho desemboca en un beneficio material y económico para la empresa. Dichas actuaciones conjuntas tienen muchos puntos comunes de beneficio con otras actuaciones en la empresa y es desde este punto desde donde se debe partir -para evitar riesgos- como tarea integrada en la normalidad cotidiana de dicha empresa.