Antonio Zambrana Ruiz Responsable de Prevención Laboratorios Normon

Protégete a través de tu piel en la industria farmacéutica

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¿Qué ocurriría si preguntarás a un grupo de expertos por un riesgo destacado dentro de la industria farmacéutica? Probablemente la mayoría de ellos resaltaría el riesgo por inhalación de principios activos farmacéuticos, fármacos, o APIs “active pharmaceutical ingredients” como es generalmente conocido el término por sus siglas en inglés. Además de resaltar entre el resto, por ser intrínseco de la industria farma, es también uno de los más controlados del sector por la mayoría de compañías.

Vía dérmica

Sin embargo, no se puede dejar en el tintero que los APIs pueden penetrar por el organismo por otras vías adicionales a la inhalatoria, como son: oral, cutánea y parenteral.

Por la priorización de riesgos se suele dejar la vía cutánea “menos vigilada” que la vía inhalatoria. Aunque la mayoría de los procesos sean en fase sólida, ni mucho menos esto por si solo constituye un riesgo trivial.

A través de la vía cutánea hay 3 efectos que se pueden producir principalmente.

A modo de resumen:

  1. El primero, el más común, es el daño en la piel producido por el contacto con sustancias corrosivas o irritantes.
  2. El segundo, es el efecto que produce en el organismo la exposición a sustancias químicas como los API, y como resultado pueden generar una sensibilización (pruritos, conchas, falta de aire…), resultando más frecuente en los productos sensibilizantes. Este aspecto también es bastante delicado ya que incluso trabajar con niveles de exposición muy bajos o ínfimos no asegura que no se pueda generar una reacción adversa en el trabajador.
  3. Por último, encontramos la toxicidad en el organismo que puede producir una sustancia al penetrar en el por la piel. Esta última, es aún más “invisible” que las anteriores ya que sus efectos pueden ocultarse durante largos periodos de tiempo, afectar a órganos diana concretos por exposiciones repetidas, y pueden escapar de los controles periódicos del sistema preventivo establecido.

Según publica el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) en la “Enciclopedia de salud y seguridad en el trabajo”, en su capítulo 33 de ‘Toxicología’, la toxicidad es “la capacidad intrínseca que posee un agente químico de producir efectos adversos sobre un órgano”.

Volviendo al título del artículo, tiene un matiz en el que refleja que hay que protegerse la piel para cuidarse a uno mismo, no por el mero hecho de proteger la piel, sino principalmente por este último aspecto de “la toxicidad”, ya que sus efectos para la salud son menos evidentes y más paulatinos que en el resto de escenarios.

Evaluación del riesgo

Es muy importante tener una buena evaluación de riesgo previa que permita tener una magnitud del peligro dérmico de los APIs.

Primero sería necesario ver la potencialidad absorción dérmica del API, y para ello es necesario consultar distintos parámetros físico-químicos como el peso molecular, a mayor peso molecular mayor dificultad de absorción, y su capacidad de solubilidad en los fluidos biológicos.

El segundo paso sería analizar la toxicidad y peligrosidad del API usando la categorización facilitada según el reglamento CLP, consultando las bases de datos de la Agencia Europea de los Productos Químicos (ECHA), y valorando los parámetros toxicológicos y farmacológicos que desarrolla el INSST en la NTP 1104. La unión, comprensión y estudio de estas dos fases determinará la peligrosidad dérmica de la sustancia.

Una vez clasificado el peligro del API, la siguiente etapa es fundamental, pues hay que evaluar concretamente la exposición del trabajador, siendo necesario observar y tomar datos de las tareas que realiza, así como tiempos de exposición, contacto con el API, tipos de limpieza, disolución del API en líquido o no, medidas preventivas implantadas, etc.

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Protección del trabajador

Para poder dar al trabajador un mayor grado de protección hay que recurrir en algunos casos a los equipos de protección individual “EPI”, permitiéndome el lector no tratar en el artículo el estudio previo de los principios preventivos como evitar y/o sustituir una sustancia, que en este sector resulta tan difícil pues un API tiene como misión provocar un efecto/s terapéutico/s concreto/s en el paciente, y la consecuente instalación de medidas de protección colectiva que no siempre son del todo eficaces por sí solas, como puede ocurrir en limpiezas específicas y averías.

Es importante destacar que a menor superficie del cuerpo expuesta, menor capacidad de penetración va a tener el API en el organismo.

Para seleccionar los EPIs, es importante seguir la NTP 769 del INSST, sobre la selección de ropa de trabajo, así como determinar los guantes de protección a usar.

Una vez seleccionados los EPIs necesarios para las distintas tareas, hay que recordar el porqué la propia ley expresa que se priorice otras medidas frente a estos. Los EPIs dependen en un grado superior, que el resto de medidas, de la acción del trabajador ya que son frecuentes las malas praxis en el uso de los mismos reduciendo drásticamente su efectividad. Por lo tanto, el deber de información/formación sobre el uso al operario resulta fundamental para generar una concienciación y entrenamiento necesario sobre su uso.

No se puede hablar de concienciación sin hablar de cultura preventiva, y es que al igual que en resto de campos de la PRL, sin este aspecto, difícilmente se puede tener un éxito completo en cualquier ámbito preventivo.