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Ana Mª Galindo San Valentín Directora del Máster de PRL Bureau Veritas Formación

Condiciones ambientales en oficinas y espacios cerrados

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Según el INSST el número de trabajadores afectados por el deterioro de las condiciones ambientales en espacios cerrados ha aumentado considerablemente en las últimas décadas.

Asimismo, la OMS reconoce que el ambiente interior donde trabajamos afecta en gran medida a nuestra salud, y si a eso le sumamos que gran parte de la población desarrolla su jornada laboral dentro de una oficina son múltiples y complejos los factores que intervendrán en su calidad ambiental.

La falta de calidad del aire interior se relaciona con el grado de satisfacción de las personas, si están satisfechos con el aire que respiran se entiende que su calidad es buena.

Por tanto, se debe asegurar un ambiente confortable y saludable a los trabajadores que realizan su actividad en espacios cerrados. Entre los causantes de una mala calidad del aire están los de origen químico y biológico, pero también se ve afectada por los agentes físicos, como la temperatura, ruido e iluminación.

El RD 1027/2007 establece las exigencias de bienestar e higiene, eficiencia energética y seguridad que deben cumplir las instalaciones térmicas en edificios: calefacción, refrigeración y ventilación, que deben diseñarse/utilizarse/mantenerse de forma que la calidad térmica del aire interior sea aceptable para los trabajadores, sin que se produzca menoscabo de la calidad acústica del ambiente.

Y es que, en edificios cada vez más herméticos, la renovación del aire se suele efectuar mediante sistemas de ventilación mecánica que ayudan a regular el ambiente térmico, proporcionan O2 y diluyen los contaminantes, pero además climatizan el aire. Este hecho genera problemas relacionados con la calidad del aire interior, especialmente con la aplicación de técnicas de ahorro energético por su limitación en el caudal de aire renovado.

Respecto a la importancia para nuestra sociedad, garantizar una buena calidad del aire interior permite reducir significativamente el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2.

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