Javier Díaz
Javier Díaz Responsable técnico ASEPAL

Calzado en el ámbito profesional: cuando la ergonomía no es una opción

Calzado pfoesional

La primera regla para evitar caer en una trampa es conocer su existencia. En el ámbito de la salud y la seguridad en el trabajo, los accidentes con baja que afectan a las extremidades inferiores del cuerpo (incluidas la cadera y la rodilla) acaparan casi el 29%, según datos de 2019 del Ministerio de Trabajo. Este hecho supone un incremento del 4% respecto de los datos de 2018. De las lesiones que dieron lugar a baja en las extremidades inferiores, el 52,2% se produjeron en el tobillo, pie o en los dedos del pie, zonas del cuerpo que están destinadas a ser protegidas de diversa forma por el calzado de uso profesional, y principalmente por el calzado de seguridad (EN ISO 20345:2011), calzado de protección (EN ISO 20346:2014) y calzado de trabajo (EN ISO 20347:2012).

Además de, si analizamos la evolución de los accidentes a lo largo del tiempo veríamos que en el caso de la protección de las extremidades inferiores, la tendencia creciente, especialmente en lesiones que afectan al tobillo.

Todos esto datos están disponibles para todo el mundo, son de sobra conocidos. Entonces, si la primera regla para evitar caer en una trampa es saber de su existencia, si sabemos cuántos accidentes hay, si sabemos qué partes del cuerpo afectan, y en qué sectores se concentran, ¿qué otros factores pueden estar influyendo para que se produzca este incremento en los accidentes de trabajo?

En el ámbito laboral, hay muchas vías de mejora y muchos puntos sobre los que incidir. Hay también muchos riesgos presentes en el entorno que reducir y eliminar. Sin embargo, cuando se toman todas las medidas preventivas posibles, el riesgo residual, si supone una amenaza para la salud y seguridad de los trabajadores, sólo puede combatirse mediante el uso de un EPI.

Los EPI, y concretamente el calzado de uso profesional, constituyen un recurso preventivo mucho más complejo de lo que puede parecer a simple vista ya que están sometidos, por un lado a una regulación de comercialización compleja, el Reglamento (UE) 2016/425; por otro lado, las normas armonizadas que se encargan de desgranar los requisitos a cumplir por los EPI para que se cumpla el reglamento suponen un entramado de niveles de prestación, propiedades y ensayos que no sólo hacen que el diseño, fabricación y comercialización de EPI sea un proceso complicado, y que requiere de un gran esfuerzo y un alto grado de especialización; esta complejidad también hace que el proceso de selección y uso del EPI sea en ocasiones un desafío para los responsables de salud y seguridad de las empresas.

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